22 Abr En recuerdo al Prof. Emilio Morán Miguélez
Nuestro querido amigo Emilio Morán Miguélez falleció el pasado jueves 16 de abril de 2020, víctima de la cruel pandemia de SARS-CoV-2. Él realizó su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid (1981) y era Catedrático de Universidad en la misma desde 1999, en la Facultad de Ciencias Químicas, Departamento de Química Inorgánica, del que fue Director (2006-2014). Emilio era Coordinador de la Asignatura de Química Inorgánica II (3º Química) y Co-director del grupo de investigación sobre «Preparación, caracterización y propiedades de sólidos no moleculares».
Le conocí hace unos 15 años como miembro de uno de los numerosos tribunales de tesis doctorales realizadas en el Instituto de Ciencia de Materiales (ICMM) del CSIC de los que él formó parte. Él trabajó, y los que fueron sus estudiantes han trabajado y siguen trabajando en la actualidad, en colaboración con investigadores del ICMM. Ya entonces me llamó la atención su erudición, su extrema cordialidad y su singular bohonomía. Contribuyó regularmente a las Reuniones Nacionales de Electrocerámica (RNEs), que organiza bianualmente la Sociedad Española de Cerámica y Vidrio. En 2015 fue galardonado con el Epsilón de Oro en la XII RNE por su reconocido prestigio y “su extensa labor en el estudio de defectos extensos y de la no estequiometria en sólidos inorgánicos y por su relevante labor en los procesos de síntesis y sinterización de materiales electrocerámicos”. Recuerdo su Conferencia Invitada en aquella ocasión, impresionante. Las transparencias se sucedían una tras otra, cada una con un nuevo tema, con una nueva colaboración: materiales superconductores de alta temperatura, magnéticos, para baterías recargables o para pilas de combustible de óxido sólido, síntesis de materiales en muy distintas condiciones (altas presiones, química suave, síntesis hidrotermal, síntesis asistida por microondas, etc.). También recuerdo su prisa, incluso al recibir su premio, pues tenía obligaciones familiares esperándole. Tenía a sus padres, sus hijas, a su esposa Carmen, siempre presentes. La dedicación a su familia era también una muy fuerte característica en él. Tanto como su deseo de continuar aprendiendo, ¡con todo lo que él tenía que enseñar! Con ese deseo, me aceptó en los últimos años de buen grado la oferta de colaboración en el tema de cerámicas ferro-piezoeléctricas. Muchas gracias, Emilio. Mi más sentido pésame a su familia y sus compañeros en la Facultad por su pérdida.
Lorena Pardo. ICMM-CSIC.
Nuestra relación viene de hace ya muchos años, cuando yo estaba activo en el Instituto de Cerámica y Vidrio (ICV-CSIC). Me ayudó en algunos aspectos de mi tesis doctoral, leída en 1999, y formó parte del tribunal. Hemos coincidido en varios congresos nacionales e internacionales y en Cancún hicimos un viaje post-congreso junto con la familia y amigos guiados por nuestra querida anfitriona María Elena Villafuerte-Castrejón. En varias ocasiones me invitó a dar unas charlas en la facultad sobre el vidrio y él se quedaba como alumno en clase. Le encantaba la historia milenaria del vidrio. La Facultad de Químicas ha perdido un gran profesional como profesor y como investigador. Pero si algo quisiera destacar de Emilio es que “siempre estaba ahí” para ofrecer su colaboración. Su actitud siempre tan positiva ante la vida le hacía una persona especial. Jamás se enfadaba y relativizaba cualquier situación problemática. La imagen que tengo de él es la de un hombre siempre sonriente, un hombre de una nobleza ejemplar. Mis últimas conversaciones con él fueron a finales del pasado año y quedamos en hacer una visita en primavera al museo del vidrio de Alcorcón.
Emilio, todos los que te hemos conocido te recordaremos como una persona que paso por nuestras vidas dejando una huella de amistad sincera. Estaremos atentos al eco de tu voz que dejas entre nosotros. Querida familia de Emilio, siento enormemente no haber podido estar a vuestro lado para despedirle en su último viaje sin retorno.
DESCANSA EN PAZ, un fuerte abrazo.
Paco Capel. ICV-CSIC
Hace casi 24 años, en 1996, Emilio vino por primera vez a México. Era la Cátedra América, promovida por la Facultad de Química de la UNAM y a cargo de Gustavo Tavizón. Fueron dos meses intensos de verano: Miguel A. Alario y Franco, Emilio Morán Miguélez, María Antonia Señarís Rodríguez y Flaviano García Alvarado. Dos semanas de clases cada uno, un derroche de conocimientos en Química del Estado Sólido y el inicio de amistades entrañables.
A pesar de un desagradable y penoso incidente que tuvo Emilio con la delincuencia, no perdió su sentido del deber y su optimismo. Ese mismo día se presentó en el Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, donde había sido invitado a impartir una conferencia, sin haber dormido, y con algunos signos de violencia en su rostro. Nosotros, sus amigos y las autoridades del Instituto, por supuesto que no lo permitimos, Emilio agradeció el apoyo y el cariño que le mostramos. Emilio borró el mal recuerdo y regresó a México en varias ocasiones a impartir cursos y conferencias, a participar en congresos y a conocer México en paseos y viajes que nosotros sus amigos con gusto le mostrábamos: el IMRC en Cancún, al que vino con su esposa y dos de sus hijas, al Nacional de Cristalografía en Villahermosa, donde no podía faltar el tour post-congreso a Palenque y Agua Azul. Sus conocimientos en la materia, la facilidad de transmitirlos y su don de gentes, dieron origen a múltiples colaboraciones con diversos grupos del país: Facultad de Química-UNAM: Gustavo Tavizón, María Asunción Castellanos (ya jubilada); Facultad de Ciencias-UNAM: Vivianne Marquina (QPD), Raúl Gómez, José Luis Pérez-Mazariego; Centro de Nanociencias y Nanotecnología-UNAM, Ensenada BC: estancia posdoctoral de Alejandro Durán; CINVESTAV Unidad Mérida: Patricia Quintana Owen; CIMAV, Chihuahua: María Elena Montero y Luis Fuentes Cobas. Hago especial mención a la colaboración que sostuvo por más de 15 años con el Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM, en el que gracias al apoyo recibido de Intercambio Académico de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM, fue posible realizar visitas de intercambio y consolidar la colaboración que fue muy fructífera y dio lugar a las estancias sabáticas en su grupo de investigación de José Chávez Carvayar y la mía del 2007 al 2008. Un año inolvidable lleno de vivencias ya que trabajar con Emilio era un deleite, por su carácter jovial, su entusiasmo y sus enormes conocimientos de la química del estado sólido.
Perdimos a un magnífico maestro, un investigador muy creativo y sobre todo a un maravilloso amigo que hacía que el tiempo fluyera muy rápido con su conversación y sus sonrisas.
María Elena Villafuerte-Castrejón. IIM-UNAM